jueves, 1 de noviembre de 2018

Llegamos a un punto de cruce sin retorno en educación



Mi estimado colega de educación superior, el Ing. Luis Furlán, compartió recientemente dos publicaciones sobre los fallos en los sistemas de educación tradicional. El primero fue este breve reportaje sobre el informe de la organización "The New Teacher Project" y la carta del periodista Leonardo Haberkorn.

Hay ideas críticas en ambos artículos que nos demuestran que llegamos a un momento de cruce ("turning point") en educación que no podemos obviar ni abordar someramente, y que necesariamente nos empuja hacia la disrupción o ruptura de un sistema fallido desde sus inicios. Es el momento para rescatar el cambio de paradigma hacia el aprendizaje centrado en quien aprende que comenzó en el siglo pasado, y rediseñar los espacios y momentos de aprendizaje para lograr la formación plena y completa que merece y necesita la humanidad y nuestro planeta.

De los artículos rescato la idea de "la estafa de la escuela" desde su incorporación a la sociedad como una manera de diseminar el conocimiento acumulado de la humanidad de forma sistemática y eficiente. Esta "sistematización eficiente" provocó que se abandonara la forma natural de aprender que es la que construye pensamiento y acción consciente. "Aprender a pensar y a aprender mejor" toma tiempo y requiere amplio modelaje. Sin duda, con el aprovechamiento de la tecnología, algunos procesos pueden "escalarse" y ser más eficientes, pero para hacerlo, la estructura del sistema necesariamente tiene que ser muy distinta. La escuela en su formato tradicional caducó hace mucho tiempo. Sin embargo, como continúa usándose para intentar lograr objetivos para los cuales no es compatible, provoca, lógicamente, que los participantes del sistema se adapten para mantener el equilibrio y sobrevivir. Por eso, como lo dicen y reportan los autores de los artículos, en la escuela no se ofrecen experiencias retadoras, ni se atiende a los aprendices individualmente en su desarrollo de competencias, ni se proponen oportunidades para el aprendizaje profundo; lo que sucede más bien es que se mantiene un aprendizaje superficial y como escribe el periodista Haberkorn "lo malo termina siendo aprobado como mediocre; lo mediocre pasa por bueno; y lo bueno, las pocas veces que llega, se celebra como si fuera brillante". Todo esto sucede como consecuencia de tener erradas las prioridades: se prioriza que "salgan del sistema lo más rápidamente posible y en las mayores cantidades posibles" (se prioriza la "eficiencia de las operaciones", como reporta la escritora Anzilotti en su artículo sobre el estudio de The New Teacher Project). Con estas prácticas, los momentos más valiosos y únicos para el aprendizaje durante la niñez y la juventud se desperdician.

Lamentablemente, el sistema de la escuela se replicó en el nivel superior y hasta en la formación en los puestos de trabajo, con las mismas consecuencias de mediocridad y superficialidad. Como sociedades, estamos en un momento de cruce de no retorno: lo que se haga en educación a todo nivel debe apartarse de la estructura tradicional para que pueda volverse a priorizar el aprendizaje genuino, profundo y transformador. No podemos permitir que los sistemas educativos provoquen que quienes son modelo de pensamiento crítico se cansen, se rindan, tiren la toalla y decidan retirarse. Ahora, más que nunca, necesitamos nuevas generaciones de pensadores y actores conscientes.     

¡Por los niños, las niñas y los jóvenes que merecen crecer desarrollando todo su potencial creador!